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  • Foto del escritorMARIANELY FIGUEROA

LIBERTAD

Actualizado: 6 feb 2021

Hace tres meses que respiro paz… o algo así. Quién lo diría, pensaba que nunca lograría ser feliz. La gente me decía constantemente qué debía hacer para serlo, pero, no hizo falta. Hoy puedo levantarme libremente, prepararme una taza de café y sentarme en la mesa sin protestas, sin ruidos, sin peleas. Afuera hace un día de verano, con su sol en su máximo apogeo, amenazando con entrar a través de la ventana.

Él acaba de entrar a la cocina, se encuentra a unos pies de mí, pero ha cambiado. ¡Y qué mucho ha cambiado! Se encuentra con su mirada perdida, inmerso en sus pensamientos. Ya no me mira como antes, seguro que se encuentra avergonzado por todo lo que ha hecho, o quizás… ya ha dejado de amarme. Se sirve el café, corta un pedazo de pan y se sienta al otro lado de la mesa. Ayer le pregunté si me amaba, pero no me respondió. Hay días que me entra una profunda soledad. Sí, irónico, ¿no? Antes lo quería completamente lejos de mí y cuanto desearía tenerlo cerca como cuando me susurraba al oído, acariciaba mis cabellos; cuando apenas conocía quién era él. Es bien poco tiempo el que pasa en la casa. El silencio se ha vuelto mi único aliado. Se va a trabajar y cuando regresa, parece otra persona.

Hay días en los que llega tan desquiciado que vuelve a ser esa persona que aborrezco. El domingo pasado llegó a la casa y tiró al suelo todo lo que pudo, sin importar romperlas, sin ninguna explicación. Esos días me hago súper chiquita y permanezco en una esquinita de la casa con temor a que me encuentre. Y ya no me encuentra. Pero grita mi nombre y me culpa por todo lo que le pasa. Pero, yo no odio a David. Nunca le he odiado. Se acuesta borracho, que queda profundamente dormido y en la mañana no recordará lo que me dijo. Siempre ha sido así, pero al menos ahora le gusta como le cocino y como me visto. Antes no era así, siempre encontraba mi comida fría y mi cuerpo mal vestido. Las mañanas siguientes me voy a la sala y le toco el piano para tranquilizarlo. Cuando se levanta y escucha la melodía se pone muy feliz, me sonríe, me pide perdón y me dice que me ama. A pesar de que odio los sucesos como el día anterior, cuando me dice que me ama, se me olvida todo lo malo, yo sé que él lo hace, a su manera claro, pero sé que su amor es sincero.

Hace tres meses me levanté y miré mi cuerpo en la cama. Lo miré a él, a mi lado, sosteniendo una almohada entre sus manos. Lloraba, pero también me sonreía. Seguía siendo igual de apuesto y guapo como el día en que lo conocí. Él acariciaba mi frente y me encontraba agradecida de su amor, un amor incondicional y hoy le agradezco más que nunca, por obsequiarme los más preciado; la libertad.


 

  • Según la ONU 137 mujeres en el mundo mueren por violencia doméstica cada seis horas.


  • Un 70% de las mujeres ha experimentado violencia física o sexual durante su vida.


  •  Alrededor de 15 millones de adolescentes entre 15 y 19 años en el mundo han sido obligadas a tener encuentros sexuales forzados. 


Si como mujer, estás siendo atacada, acosada, maltratada, violada u obligada a hacer algo que no quieres, habla, busca ayuda. 


Recuerda… NO ES NO.

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